Principio


Los libros de autoayuda nos sirven para mejorar como personas, ayudan a sentirse mejor y ser la persona que debemos ser. También pueden funcionar como herramientas para resolver problemas personales, como los de autoestima o inseguridad, problemas sociales, a no sentirnos tan vulnerables y mucho mejor con nosotros mismos. 

Un escritor de este género es Spencer Johnson, quien se graduó de psicología en 1963. Sus libros se han presentado en medios como la CNN. USA TODAY y el New York Times. A Spencer le pareció bien transmitir a sus lectores una forma de mejorar su vida afrontando los cambios y no quedarse en el pasado, viviendo solamente de recuerdos. Por tal motivo, ello lo orilló a desarrollar su obra en este subgénero literario.

"¿Quién se ha llevado mi queso?" inicia con una reunión de varios antiguos compañeros de clase en Chicago, durante un domingo soleado. Ellos deseaban saber más detalles sobre la vida de cada uno de ellos. Después de pocas bromas, iniciaron una interesante conversación. Ángela habló del cómo había cambiado su vida. Posteriormente, todos sus excompañeros - Nathan, Carlos y Jessica - hablaron del tema: de cómo son los cambios y cómo intentaron afrontarlos. Michael, en la conversación, habló sobre su experiencia dentro de una empresa y del cómo el adaptarse al cambio por medio de una historia lo ayudó.

Tal historia hablaba de cuatro pequeños personajes que recorrían un laberinto en búsqueda de queso. Dos de ellos eran ratones: Fisgón y Escurridizo, y los otros dos liliputienses: Hem y Haw. Cada día los ratones y los liliputienses se dedicaban a buscar queso, primeramente, en el depósito de queso Q, aunque no sabía cómo aparecía ahí.

Una mañana llegaron al depósito de queso Q y descubrieron que no había queso. Fisgón y Escurridizo se prepararon al ver que el queso ya no estaba, mientras que Hem y Haw decidieron no hacerlo. Asimismo permanecieron confiados de volver a encontrar queso en tal depósito. Fisgon y Escurridizo, en cambio, buscaron y llegaron más lejos de lo que habían imaginado dentro del laberinto hasta que encontraron queso nuevo.

Hem y Haw permanecieron frustrados en el depósito de queso Q. Un día llegaron con herramientas e hicieron un agujero, más no encontraron queso. Al no encontrar algo, Haw buscó sus zapatillas y comenzó el recorrido en el laberinto en busca de queso nuevo.

Más tarde, Haw encontró un enorme depósito de queso, pero éste estaba vacío. Pensó en regresar al depósito Q y dejar la búsqueda. Además se sentía solo y, al menos si regresaba, estaría con Hem. También se dio cuenta que sus temores sólo empeoraban las cosas e, incluso, lo mantenían prisionero dentro de sí mismo. 

Haw comenzó a tener una imagen dentro de su cabeza: estaba él con sus quesos favoritos. Esta misma imagen fue la que lo motivó a seguir. De hecho, al cabo de un tiempo, encontró queso nuevo. Lo comió y también guardó un poco para compartirlo con Hem, pero éste lo rechazó porque quería el queso viejo.

Haw se sentía feliz: no por el hecho de poder encontrar queso nuevo, sino porque sus temores ya no lo limitaban. A veces el miedo regresaba a Haw, pero al ir encontrando queso en los pasillos del laberinto, su motivación retornaba. Así, cuando más se sintió perdido, encontró el depósito de queso N. Allí ya estaban Fisgón y Escurridizo. Haw también pensó en regresar al depósito de queso Q por Hem, pero comprendió que Hem tendría que encontrar su propio camino y dejar sus comodidades.

Al terminar de escuchar la historia, todos los excompañeros sonrieron y empezaron a identificarse con un personaje de la historia. Posteriormente, comenzaron a despedirse esperando que la narración les fuera útil e, incluso, pensaron en compartirla con otros conocidos. 

Este tipo de libros, de autoayuda, te enseñan sobre la vida diaria por medio de ejemplos y referencias muy apegadas a la realidad. Yo la recomiendo, ya que te permite aprender a analizar una situación, un problema o cualquier asunto y, sobre todo, a buscar opciones para abordarlo o resolverlo.

Carlos Diego Barrera Gutiérrez  

ACTIVIDAD

Realiza un mapa mental de la lectura. Recuerda presentar tu trabajo al tutor o docente como evidencia de tu práctica de comprensión lectora.        

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