La centella de María Guadalupe
La centella de María Guadalupe Todos estaban en la adoración de la santa cruz… todos… yo lo único que hacía era estar ahí, en cuerpo, sentado, presente. Sin embargo, había una lucha de ideas en mi cabeza: las que decían tienes que estar aquí y las que lastimaban diciendo no tienes que estar aquí. De cualquier manera, la voluntad venció a la imposición, lo que me llevó sentirme muy cómodo dándole el pésame a los familiares de aquella familia en esperanza, en resistencia, en perseverancia y en ánimo. Desde antes de que llegara al patio en donde se llevó a cabo la adoración, aquellos cielos oscuros anunciaban el paso de unas gotas de lluvia: los truenos y uno que otro relámpago pasaban primero, por muy enfrente del desfile que caminaba lentamente a merced de los vientos del norte. Aquello me hacía recordar una caravana, pero una especial que no necesariamente era para admiración, sino más bien de meditación. Al reloj no le dio tiempo de marcar su minutera hasta el seis...