El lirio de los aztecas
El lirio de los aztecas - No existen actos que ofendan a la madre tierra que se queden sin castigo alguno. Todos, cada uno, hasta el más diminuto de ellos siempre es perseguido hasta los rincones más profundos de los océanos. Por tal motivo, tu hijo mío, cuida tus manos, pero sobre todo tus labios, pues son ellos los que dan la apertura a tus acciones. Esas eran las palabras que siempre decía Axochitl al mayor de sus hijos, Atzcalxochitl, quien era un joven guerrero: osado cuando la situación lo exigía, pero también temerario en ciertas ocasiones. Por tal motivo, a Atzcalxochitl muchos de sus conocidos le nombraban “el príncipe fuerte” más por su habilidad para la lucha que por su capacidad para lograr acuerdos. El padre sabía que algún día su infante tendría que ser probado por los mismos dioses para definir su destino o su muerte, pues tanta imprudencia desembocaría en el nacimiento de una cólera que trajera mal...