Salmo a la expiación


Salmo a la expiación


Toqué sutilmente con mi mano la puerta de tu morada
más no respondiste al llamado de mi alabanza.

Los golpes se volvieron más escandalosos
pero ni siquiera te asomaste por los lados.

Insistí restregando mi rostro por la ventana
y sólo fui recibido por una vela insipiente.
  
Caminé alrededor explorando tu alba
más sólo halle una calle cerrada.

Decidí esperarte acostado en el primer escalón
pensando que pronto me atenderías sin temor.

Sin embargo sólo me alcanzó el consuelo de una mañana,
la cual tuve que seguir, nuevamente, hasta mi cama.





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