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Mostrando entradas de octubre, 2018

El dios del sistema solar

El dios del sistema solar Había una vez un dios que era el único en todo el universo. Él era muy fuerte. Cierta ocasión hizo un viaje a la Vía Láctea. En ese entonces en la galaxia no había luz. Por eso, colocó una piedra brillante en el centro de esa galaxia y después aventó ocho piedras mágicas. La más bonita de ellas la nombró Tierra y junto a esta piedra colocó otra roca más pequeña llamada Luna. Y así fue poniéndoles nombres a todas las piedras redondas. Después las piedras crecieron y ese dios visitó la Tierra. Vio que nada más tenía agua y entonces con su magia y cinco piedras preciosas, incluyendo la roca de la fertilidad, las aventó y entonces creó los continentes. Ese dios decidió quedarse en ese planeta por muchos años hasta que falleció. Con su último aliento se formó el viento, de sus cabellos nacieron los ríos, sus manos en plantas, los pies se transformaron en montañas, de los ojos se formaron los animales y de su panza nacieron ecosistemas. A

La leyenda del zorrillo y las brujas

La leyenda del zorrillo y las brujas. Había una vez un zorrillo que vivía en lo alto de una montaña. Él tenía como vecinas a unas brujas. Todas las noches las escuchaba hablar. También escuchaba a los niños que pensaban chuparse. Por eso él se sentía muy mal, porque las brujas mataban muchos niños inocentes. Cierta ocasión vio cómo una bruja llevó a un niño a su casa. Mientras el niño lloraba, las brujas, gustosas, bailaban a su alrededor aullando en tres idiomas místicos. Cuando acabaron el baile, lo devoraron. Desde esa vez el zorrillo quedó muy espantado, pero también se propuso ayudar a esos niños para que ya no fueran matados. Así que cuando escuchaba a las brujas a donde iban a ir, él se adelantaba a la casa para echar gases apestosos para que con eso ya no se acercaran las brujas. Así, el zorrillo logró ayudar a muchos niños, pues las brujas ya no se acercaban. Así fueron los días hasta que una bruja lo descubrió y fue a decirles a sus amigas brujas p

La muerte y yo

La muerte y yo Estaba la muerte sentada en un balcón llegue yo y le baje su calzón y por gracioso al panteón me llevó. Mi mamá Carina a la huesuda regañó y de ahí el presidente Jaime me desenterró.   La maestra Erika la pachanga armó y feliz a todos emborrachó, porque en día de muertos: “La muerte es una canción”. Fin Autor: Omar Hernández Pérez Leer más de... Colección Pequeños escritores

La muerte en el panteón

La muerte en el panteón Estaba la muerte durmiendo en el panteón y fui yo y le canté una canción. Por eso mi mamá Jesusa me pegó; pero la huesuda me defendió; y para calmar la situación mi hermana Jazmín flores y veladoras llevó. La fiesta en Temalacayucan se celebró y mi hermana Jaqueline asistió,    y de repente la flaca al presidente Jaime se ajustició. Fin Autor: Javier Espinoza Coronal Leer más de... Colección Pequeños escritores

Blanca Nieves y los 7 huachicoleros

Blanca Nieves y los 7 huachicoleros Había una vez una mujer que era muy bella, pero no tenía familia ni tampoco una casa donde vivir. Ella estaba muy triste porque también era pobre. Un día salió al bosque a dar una vuelta y lejos vio una casa muy grande y bonita. La mujer bella se acercó y se dio cuenta que la casa estaba muy polvosa. Pensó que estaba deshabitada, pero de repente salieron 7 hombres que eran huachicoleros. Ese era su trabajo por lo que Blanca nieves se asustó mucho. Esos hombres eran buenos y decidieron dejarla vivir con ellos. Todos los días llegaban cada uno en su tráiler con mucha mercancía, mientras la mujer se quedaba cuidando la casa. Uno de los hombres se enamoró de ella, pero no se atrevía a decírselo porque pensaba que se iba a molestar. Un día se sentó a platicar con ella y le dijo que le gustaba mucho. Blanca Nieves le respondió que a ella también le gustaba mucho, por lo que se casaron y fueron felices. Fin Autor:  Yesica Hernández Pérez

Caperucita blanca

Caperucita blanca Había una vez una niña que murió deseando llevarle una canasta de oro a su abuela. Su alma penaba porque nunca pudo cumplir su sueño. Un día se escapó del lugar donde viven las almas y por la noche salió con la canasta. Ella iba por el bosque cuando se encontró con unos leñadores. Entonces los espantó y ellos se fueron corriendo. Ella se puso muy contenta y siguió caminando hasta que se encontró con un lobo que se podía comer a las personas y a las almas. El lobo le pidió la canasta y la niña fantasma no se la dio. El lobo se aparentó alejarse y la niña siguió su camino. El lobo comenzó a ponerle trampas pero caperucita blanca nunca cayó en ellas. Finalmente, llegó a la casa de su abuelita. Cuando su abuelita la vio entrar convertida en fantasma, se murió del espanto y la niña se puso muy triste por lo que decidió penar en esa casa. Cuenta la leyenda que cada vez que entra una persona a la casa y trata de tomar la canasta de oro se aparece el fant

La gansa de diamante

La gansa de diamante  Había una vez una gansa en lo alto del cielo en un castillo. Esta gansa era de diamante. Ella no se movía, era como una estatua. Ella habitaba sola en ese castillo. Todo el pueblo de San Ricardo sabía que ahí existía esa gansa, por lo que algunas personas se pusieron a construir escaleras de palo, de quiotes y de paja, pero cuando la gente se subía, las escaleras se quebraban y se derrumbaban. En una ocasión, una señora encargada de un orfanato contó la historia a los niños. Todos lo tomaron a juego excepto dos. Esos dos planearon llegar hasta la gansa, así que para eso construyeron una escalera muy fuerte. Primero probaron con palo y quiotes, pero se quebraba. Luego lo intentaron con paja pero sucedía lo mismo. Así que un día comenzaron a experimentar con paja, tierra y agua, logrando construir una escalera muy fuerte. La construyeron sin dejar de pensar que algún día llegarían hasta el castillo. Cuando lo lograron ellos fueron los primeros niños en

El águila real

El águila real Había una vez un águila que subía todas las tardes a volar para ejercitar sus alas. Esta águila y su familia habitaban en México, pero también habitaban muchos cazadores de animales. Ella temía salir pues sabía que en cualquier momento le podían disparar y morir, pero, aun así, ella confiaba en si misma porque tenía buna vista. Un día vio a un hombre armado con una pistola calibre 50. Ella se echó a volar dando vueltas para que el hombre no lograra darle un tiro. Ella desde aquella vez mejor decidió salir en las noches a volar. Fin  Autor: Omar Hernández Pérez      Leer más de... Colección Pequeños escritores

El elefante

El elefante Había una vez, en África, un hermoso elefante que se alimentaba muy bien. En un atardecer muy bonito, el elefante quiso ir a beber agua en el río que siempre iba a beber. Fue a ver y el rio estaba seco. El elefante tenía mucha sed. Él anduvo caminando en busca de agua y no encontraba. Él e acostó un rato debajo de un árbol porque ya estaba cansado pues tenía mucha sed, ya que en África se estaba acabando el agua. El atardecer seguía, no bajaba el sol. El elefante seguía buscando agua, él solo porque se había alejado de su manada. A lo lejos vio una manada y se dio cuenta que era la suya. Se acercó y vio que todos disfrutaban del agua que había. Por ello, tomó mucha agua y se refrescó. Fin Autor: Yesica Hernández Pérez Leer más de... Colección Pequeños escritores

El león cazador

El león cazador Había una vez un león que era el más temido de África. Él vivía en África en una sábana. Él reinaba esa sábana, pero un día fue a cazar en la noche y no encontró comida.  Después fue al siguiente día y no encontró comida. Nada. Así sucesivamente fueron pasando los días y no encontraba nada de comida y se tuvo que ir de esa sábana. Tuvo que pelear con otros leones para poder ser el rey de esa sábana.  Consiguió derrotar a los otros leones y ahora está muy feliz con su reino que tiene mucha comida. Fin Autor: Javier Espinoza Coronel Leer más de... Colección Pequeños escritores

La mariposa

La mariposa En una mañana muy bonita, una mariposa que le gustaba volar muy alto anduvo en medio de las plantas y dio muchas vueltas. Ella era muy alegre.  Un día encontró a una mariposa que era amargada y como la otra no era así, las dos pelearon.  No se sabe quien ganó, pero posiblemente ganó la mariposa alegre. Fin. Autor:  Mariela Hernández Torres Leer más de... Colección Pequeños escritores