Paraísos perdidos



Paraísos perdidos 





¿Cuántos manos en forma de jícara han dejado de gestarse alrededor de ti? ¿Cuántas piletas dejaste de abastecer desde hace ya varios años? Dime el número de sedientos que no saciaste y las decenas de piruetas que ya no se dibujan cerca de tus orillas. 

¿Cuántos raspones por causa de algún accidente no refrescaste? ¿Cuántas carnes ya no visitan tus cuerpos porque los dejas más sucios que el polvo que portan? Dime la cantidad de insectos y mamíferos que no han sobrevivido luego de haberte probado.

¿Cuántos huyen de ti a causa del olor fétido que desprendes cuando el sol llega a tu piel? ¿Cuántos siguen arruinando tu existencia y poniendo en peligro tu futuro? Dime quienes son aquellos que cuidan más el azul del cielo que el azul de tus entrañas que se encuentra a nuestro alcance… por ahora.  




Dime tú, que lo vives el mal en carne propia, lo que nos motiva a descuidar aquello que nos permite definir lo qué es esperanza, fe, y poder trasmitirlo a nuestros hijos ¿A qué me refiero? A que sin ti no caminaría la palabra exilio. 


La fe de resistir a lo frágil que puede ser una barranca para alcanzar la cúspide de la montaña es un valor que, además de fomentarse constantemente, genera el ocaso del estado estático que a muchos les puede parecer placentero.

La esperanza de mirar hacia un rumbo distinto, y posteriormente, aplicar esos ideales a la brecha que crece paulatinamente lejos de aquello que por un largo tiempo se creyó que era la verdad absoluta, ha motivado a la sociedad civil a organizarse para manifestarse.




Pero ¿Qué hay de ti? ¿Acaso has envejecido? Dado que ahora ya no eres el centro de las fotografías: sólo eres el fondo de algunas desgastadas pinturas. Los escenarios te han dejado la antesala, y con ello, creado el primer cementerio de fuentes que solían concederte el centro que te mereces. 

Si tengo suerte, transito por encima de ti, más no puedo tocarte por culpa de los puentes que se sobreponen a tus curvas espumosas, grises y repletas de cientos de peces de color y textura metálica, de plástico, papel, y muchos otros diversos materiales. 

Y por más que le grito al conductor !Detente! Él maneja para evitar lo grotesco a la vista y lo mal oliente a las fosas nasales ¿Es esto lo que se merece el asteroide que nos ha protegido por más de 2 mil años?   




La naturaleza nos ha enseñado que nada se desperdicia, ya que todo desecho se reutiliza ¿A dónde  viajas, amiga mía, con tu alma cubierta de sombras negras? ¿A la tubería que abastece de líquido para bañarme? ¿A los campos de cultivo donde nacen mis alimentos? ¿Al hogar de las especies endémicas mexicanas? ¿A dónde?...

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