La otra cara de la luna
La
otra cara de la luna
La otra cara de la luna
me remite a los sonidos
del otoño,
al mar de estrellas
que deambulan por el
volcán de mis praderas.
La otra cara de la luna
alimenta mi necedad
insaciable
por adquirir los deseos
sofocados por el
suspiro de nuestro geiser.
La otra cara de la luna
agita el espectro del
oasis descubierto
corrompido por la danza
del gusano de seda
sobre los pétalos del cactus.
Permite que mis brazos
desentierren los
diminutos diamantes
agitados sobre el caos
que subyacen a través
de los cocos en las palmeras.
No permitas que se
contaminen tus jugosos frutos
por aquella belleza
que despierta un
éxtasis
extinto hace eones.
Aléjate de la
suntuosidad exonerada sobre los barcos
que arrebatan amores
inocentes y tenues llevados
hacia
la otra cara de la luna.
Corrompe las hamacas
entre el sol y la luz,
entre el dulce y lo
fresco,
que borre el antifaz de
la otra cara de la luna.
Y si logras controlar
las aberraciones naturales...
¡No goces fielmente
a las orillas del
acuífero!
Pues aborda la lanza
que descarne tus uvas
par que a fin de cuentas
que te confiera:
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