Prólogo de El principito
La literatura es una de
las Bellas Artes y una de las más antiguas formas de expresión artística,
caracterizada, según el diccionario de la Real Academia Española, por la
“expresión verbal”. Para mí la literatura es una forma de expresarse a través
de palabras creando historias donde te puedes liberar con cuentos ficticios.
Antonie Marie
Jean-Baptiste Roger, autor de “El Principito”, fue un aviador y escritor
francés. Nació el 29 de Julio de 1900 y falleció un 31 de Julio de 1944. Entre
sus obras están: Vuelo nocturno, Correo del sur y Piloto de guerra.
“El Principito” habla
sobre un adulto que narra que de niño le gustaba el tema de las boas
constructoras, decía que las éstas acechan y asfixian a sus presas. Nos cuenta
que, un día, hizo un dibujo de una boa deborando a un elefante y lo mostró a
los adultos: ellos le dijeron que ¡A quién se le ocurre dibujar un sombrero! Llegando
a la conclusión de que los adultos son muy complicados.
Después de eso volvió a
hacer otro dibujo más detallado y lo volvió a mostrar a los adultos y ellos le
aconsejaron mejor estudiar aritmética. Fue así como el niño creció y se volvió aviador,
quien sufrió un accidente en el desierto del Sáhara. Ahí paso la noche y al
despertar abrió los ojos y escuchó una voz muy delicada que le decía: Dibújame
un cordero por favor, dibujame un cordero.
El aviador muy
desconsertado volteo a ver a todos lados y no veía más que al principito. Él
creyó que era una alucinación, pero el principito siguió insistiendo en que le dibujara
un cordero. Pero como el aviador no era buen dibujante le hizo un carnero, luego
una oveja muy vieja y al último dibujó una caja con 3 orificios y le dijo que su
cordero estaba ahí dentro.
El principito muy
contento le respondió: Es exactamente como lo quería. También le platicó que vivía
en el asteroide B-612, en el cual existían unos árboles llamados Baobabs, los
cuales si no se recortan a tiempo traían catástrofes. Así, el principito le
contó al aviador que crecían hierbas buenas y malas, como los baobabs. También
le comentó que le gustaba mirar las puestas de sol y que a la hora de estar
cuidando a sus plantas vio crecer una rosa: una rosa muy bella la cual terminó
enamorándolo.
De ahí, el principito reconoció
que la rosa era hermosa, lo cual ella agradeció comentando: nací al tiempo del
sol. Así, el principito cuido día y noche de ella y se sentaba a ver los
atardeceres con ella. Más transcurrió el tiempo y la rosa se volvió caprichosa,
pidiendo al principito que la cubriera del frío. Él obedeció y le consiguió un
biombo: la cubrió y la rosa le siguió pidiendo más y más cosas hasta que entonces
el principito entre sus pensamientos dijo: Es mejor solo mirar su belleza y
olerla, pero no escucharla.
Al día siguiente el
principito buscó la manera de evadir a la rosa. Antes de irse arregló muy bien
su asteroide y aprovechó una parbada que pasaba por la migración: se tomó de
ellas y escapó. En el vuelo al principito se le hizo raro no oír más reproches,
pero en eso escuchó a lo lejos que la flor decía: yo sí te quiero ¿Acaso no te das cuenta?
La flor al ver que el
principito no se soltaba dijo entonces: si te quieres irte… vete ya. El
principito tomo su decisión y dejo que la parbada siguiera y entró entre los
asteroides 326, 327,328,329 y 330. Todos estos le fueron llamando la atención y
decidió ir a investigar al primer asteroide, llegando a él se encontro al
gobernante de las estrellas y las puestas de sol…
Hasta este punto de la
lectura, yo, como lector, invito al público en general a leer esta fascinante,
intrigante y divertida obra, que nos ayuda a entender y/o saber y aprender a
reflexionar sobre algunos casos ficticios, a aprender a ver el mundo y cómo lo
entienden los niños, pues esta obra nos enseñará como un adulto puede reaprender
a ver el mundo como niño a lado del principito.
Cristian Castillo Gallegos
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